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• 21.02.2009

¡QUE SERIA de esta España si no existiera gente como Albert Boadella! En esta tierra de sectas cerradas, dogmas inamovibles, odios con olor a rancio y apelaciones constantes a la tribu, su talento constituye un motivo para la esperanza. El no ha sucumbido ni a los pecados ancestrales de la vieja Carpetovetonia, que sobreviven paradójicamente enquistados en las dos autonomías presuntamente «diferentes» -esto es, el País Vasco y Cataluña-, ni a la mediocridad rampante que caracteriza a nuestras elites culturales y políticas.Su espíritu permanece libre del virus pequeñoburgués que hace a sus paisanos nacionalistas (y a los míos) aferrarse a la tradición, la lengua o la raza como tablas de salvación, a falta de otras señas más elevadas con las que identificarse. Se obstina en no alinearse en ninguna de las parroquias oficiales: Ni la del conservadurismo estrecho, que ha fustigado hasta la saciedad cuando hacerlo no sumaba puntos para una jugosa subvención pública, ni la de la progresía de los abajofirmantes en nómina, que condena al ostracismo a cualquiera que discrepe de su listado de consignas sin dejar de considerarse paradigma de las libertades. El sí es un transgresor de verdad. Un «verso suelto» en el mejor sentido. Un auténtico valiente.

Sin más armas que la ironía y un fino sentido del humor, le habíamos visto derribar de sus pedestales a todos los ídolos de nuestro tiempo: desde los caudillos patrios hasta los exquisitos de la cocina para millonarios, pasando por los artistas falsarios, los esnobs de la intelectualidad y los gobernantes corruptos.De todos ellos se mofó regalándonos en el trance un torrente de carcajadas, que ahora se repite en los Teatros del Canal con un espectáculo digno de su creador. Original, sorprendente, desternillante, audaz, innovador, magistral. Una obra (o una performance, como dicen los cursis) que riza el rizo de la marca Boadella haciendo sátira de su propio trabajo y desmitificando el sentido clásico del teatro, a la vez que nos ofrece un singular espejo en el que mirarnos a fin de reírnos saludablemente de nosotros mismos.

En esta España de mentes romas y lenguaje zafio. En esta España reñida con cualquier libro, empezando por el diccionario.En esta España goyesca de garrote y garrotazo, Boadella es un catalán universal que se ha venido a Madrid. Un gran fichaje de Esperanza Aguirre. Un lujo para la Cultura. Una terapia inteligente contra el mal que nos corroe.